Identidad digital en la escuela

“Internet es algo maravillo”  Raúl Diego. Maestro de primaria.

Identidad analógica, identidad social, identidad cultural, identidad lingüística… junto a la que nos compete como es la identidad digital, forman parte de un conjunto de identidades distribuidas que pueden englobarse en una sola, nuestra gran identidad. Según Antonio Omatos tendrán que pasar unos años para que podamos integrar dichas identidades sin tratarlas por separado, hoy por hoy las abordamos de manera independiente.   

Raúl Diego es un inquieto maestro en el colegio Salesiano de Santander. Tuve la ocasión de charlar con él en un evento de facilitación en directo para el INTEF en el marco de la edición del curso “Comunicate en digital”. Consideré que era una charla interesante para ser publicada en el podcast, lo que supuso el episodio número veintiuno de El Recreo. 

Raúl acota dos mundos: uno físico y otro digital, este último no deja de ser menos real. Esta situación de realidad nos debe poner en alerta y debemos conocer  las formas de comportarse en él. Desde el ámbito educativo se ha de transmitir a nuestros jóvenes y a las familias modelos de comportamiento en red que sean funcionales. 

Cabe la duda de si ejercemos un diálogo o monólogo en la red, Raúl plantea que en base a una característica de bidireccionalidad de la red, estamos dialogando. En lo que respecta al entorno educativo de los profesionales que comparten red este diálogo es patente, que cristaliza en multitud de experiencias públicas: cómo lo hacen, qué hacen… Raúl asegura que son especiales esos momentos de desvirtualización en diferentes eventos, como pueden ser los saraos educativos a los que hacía referencia en un capítulo anterior. Esta actitud de diálogo debemos transmitirla a los jóvenes que a priori pueden estar más situados en el monólogo. Hay que acompañarlos en esa construcción de la identidad digital. 

Cuando los educadores exportan lo que hacen en sus aulas compartiéndolo en redes sociales están contextualizando el aprendizaje. Existe un debate sobre el uso de dispositivos móviles en el aula, si se utilizan el aula se expande, no se ancla a un aula física pudiendo salir de ella. 

Raúl en un determinado momento con su alumnado de quinto o sexto de primaria, les pidió que resumiesen en un tuit (140 caracteres por aquel entonces) lo más importante, buscando la síntesis. De esta forma con este ejercicio se trabajó esa red social en concreto y la síntesis en pequeñas oraciones, pero la trascendencia más allá de lo que él pedía era mayor, compartiendo el mundo sabía qué se hacía en ese aula. Este tipo de acciones en una red social construyen una identidad.

Solo tenemos una identidad digital, lo que puede variar es aquello que compartimos en cada red social o espacio, se puede dar la circunstancia de que en un perfil personal me sigan personas que no lo hacen en otro con un cariz más profesional. Pueden ser diferentes las personas con las que interactuamos en Facebook o en Linkedin, por ejemplo. Se puede dar la circunstancia de que en determinada red social, por ejemplo Instagram, tengamos dos cuentas una de aula y otra personal. En la de aula tendremos interacción con alumnado y en la personal que otras personas más cercanas a nuestros intereses personales. Pero todo construye una única identidad digital.

En el episodio 56 de EducaconTIC conversé con Antonio Omatos profesor de secundaria de matemáticas en un colegio de Logroño, apunta que ha habido una evolución desde principio del año 2000 cuando nuestra presencia en la red era anecdótica, solamente participaba las personas que sabían cómo funcionaba la red, la participación tendía a ser muy anónima. A partir de la eclosión de la web 2.0 y del desarrollo de las líneas de alta velocidad en la red cada vez se ha ido participando más, dando más importancia a esa red en la que pasamos gran parte de nuestra vida. Esto supone que conformemos esa identidad a diario, por ejemplo cada vez dejamos más rastro  y hemos de ser conscientes de qué estamos poniendo en las diferentes “plazas” públicas que son las redes sociales, para lo bueno y para lo malo. Existen por ejemplo datos formales (aquellos que ponemos conscientemente) pero también se dan cuestiones informales, datos que damos sin darnos cuenta, como una simple foto de tu casa. Algunos jóvenes (y no tanto) pueden subir la foto de su casa, con lo que puede estar dando datos sobre el poder adquisitivo de su familia, esto destacaría el carácter informal del dato. 

Identidad dentro o fuera de la red, sería más oportuno que real versus digital. Esta última también es real, por lo que no constituye dicotomía. Lo que sí sucede es que cuando se distribuye en red pasa a ser conectado, por lo que pasa a ser más difícil crearte identidades ficticias dentro de la red, cuanto más participemos, cuanto más sociales, digitalmente hablando, seamos más difícil será mentir. Debemos aprender a vivir en red de la misma forma que hay que aprender a vivir en la sociedad. Una de las características del medio es que la información permanece, es persistente. 

Conceptos novedosos como la extimidad han de ser tenidos en cuenta. La extimidad como contraposición a la intimidad. Esa acción de publicar nuestra vida diaria relacionando la pérdida de intimidad que voluntariamente estamos teniendo. Tendemos a mostrar más dónde estamos (geolocalizaciones), qué comemos, con quién disfrutamos el fin de semana o incluso el libro que ese momento en concreto estamos leyendo. 

Todo esto choca de lleno con una construcción de la identidad personal de nuestros jóvenes, en ocasiones la red es una perversa plataforma en la que transgredir la norma, son perosnas en construcción, por ejemplo en cuestiones sensibles como la empatía. Pueden darse actitudes en la red que dañen a otras personas sin darse cuenta, sin haberse puesto previamente en el lugar de la otra persona. Antonio apunta, al igual que Raúl, que el diálogo puede ser una poderosa herramienta para una responsabilidad en el uso de la red. Los jóvenes se caracterizan por la naturalidad en las redes, cuando se les plantea el tema abiertamente entran muy bien al debate, se interesan, aportan experiencias personales. 

Como consejo de cara a gestionar la identidad digital Antonio plantea que no es un tema en el que debamos tener muchos conocimientos técnicos, muchos adultos tenemos miedo a que los jóvenes sepan más que nosotros, pero aunque sea cierto probablemente a nivel técnico, las personas adultas sabemos más sobre lo que es la identidad, lo que representa, sobre relaciones e interacciones sociales, tenemos más experiencia en esos términos. Usemos nuestra experiencia para educarlos en un buen uso de las redes y de la construcción de su identidad digital. Incluso es bueno que ellos nos enseñen a nosotros, no tengamos miedo a aprender con ellos. 

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