Cuestión de género

“Es tremendo que llamen marimacho a una niña porque le guste el fútbol”

 Isabel Uria. Maestra de primaria

Ayer, 17 de diciembre de 2018, impartí clases en la especialidad de Lengua Castellana y Literatura del Máster de Educación Secundaria en la Universidad de Deusto, comencé haciendo referencia al hashtag #poema27 iniciado por Toni Solano que brinda un homenaje a la generación del 27 que hace 91 años se reunió en Sevilla.

Lo primero que hice fue preguntar: ¿Qué hubieseis planteado hoy en clase de Literatura? Una alumna, Eli, planteó que ella hubiese incidido en las figuras femeninas de dicha generación.

Al salir me enteré del asesinato de Laura Luelmo. 

Hoy, por la tarde, he vuelto a la Universidad, frente a mí quince estudiantes que aspiran a ser docentes. He querido proponerles un supuesto: “imaginaos que hoy a segunda hora habéis tenido una clase de tutoría con un tercero de la ESO “¿cómo empezáis?” Una responde “en función del plan de acción tutorial”, otro pregunta “¿hoy también hay alguna efeméride importante como ayer?”, a este le respondo: “hoy hay una noticia de actualidad”. 

Acoto un poco más: “pensad que vuestra tutoría se da en un instituto de Nerva, provincia de Huelva”.

[silencio dramático]

Mientras tanto Lola Urbano publica este tuit:

@NoLolaMento: Cuando os hayáis olvidado de Laura, que será pronto porque suele ser así, os recordaré que hay muchas formas de ayudar que no son proyectarse, dramatizar o utilizar. Cada día, cada minuto, en cada escuela, un Plan de Igualdad para hombres y mujeres está siendo ninguneado o peor.

Una de las reflexiones de esos futuros profesionales coincide con este tuit, una de ellas expresa que no puede educar a golpe de oportunismo, los 25 de noviembre u 8 de marzo. Hablamos de planes de convivencia, se les ve interesados en el debate. Los silencios nos visitan. Valoro la importancia del silencio en un aula. La reflexión se ha dado. Tengo que cortar el debate para centrarme en el tema programado del día. 

Hoy ha pasado un cosa mi curiosa, en seis años que llevo de docencia en la Universidad de Deusto, nunca me habían aplaudido al finalizar las clases. Me he sentido un poco señor Keating en su aula del Club de los poetas muertos. Un premio inesperado pero que refuerza la idea de que en un aula (desde infantil hasta universidad) hay que plantear dinámicas reflexivas, que hagan pensar, no sesiones presididas por lecturas en público de powerpoints, o pobrepoints como alguien los definió en su día. 

Como decía Lola, a estas alturas quizá no lo recuerdes/recordemos. Laura Luelmo fue una profesora zamorana que a la semana de empezar a trabajar en un Instituto de Nerva fue asesinada por su vecino. 

Uno de los libros de cabecera de mi hija es “Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes”, son historias de mujer que suelen empezar con un “Érase una vez una niña…”, algunas noches repasamos la vida de mujeres que han aportado y que han sido silenciadas, a las que Eli hacía referencia en el Máster. Un libro útil para transmitir confianza a nuestras hijas y alumnas.

Isabel Uria, es una feminista de toda la vida. Con ella realicé un microespacio radiofónico que se llamaba “Mujeres árabes” en donde abordamos diferentes figuras femeninas de esta cultura, desde Aisha Al-Urra hasta Fatima Mernisi. En abril de 2012 conversé con ella. Comenzamos haciendo referencia a la no proporcionalidad en el género de las personas responsable en los centros. Por una parte hay más mujeres que hombres en docencia pero no se mantiene esa misma proporción en la dirección, siendo mayor el número de hombres directores en centros públicos. 

Isabel planteaba que la sociedad en la que vivimos es sexista y que a priori deberíamos desaprender para conseguir esa ansiada igualdad. Estamos educados y educadas de una forma machista, aseguró la maestra. Así como se han conseguido conquistas en las leyes, en los derechos y libertades formales, la verdad es que la sociedad no ha cambiado todavía tanto la mentalidad. 

Lo vemos en los juguetes que utilizan unos y otras, pistolas contra muñecas. Ciertamente, tampoco hay que darle mucha importancia si es con lo que quieren jugar, asegura Isabel, lo problemático es que se les obligue a jugar con determinados juguetes en función del sexo. Eso el lo terrible, lo terrible no es que a un niño le guste jugar al balón, lo terrible es que cuando a una niña le gusta le digan “no puedes porque eres niña”, lo terrible no es que un niño juegue con muñecas, lo terrible es que haciéndolo le llamen “maricón”.  Eso es lo terrible. Lo terrible es que un niño no pueda ser tierno o simplemente no gustarle el fútbol sin que empiecen a decirle barbaridades, sospechar de él o acosarle sus propios compañeros. Eso es seximo, o que una niña que le gusta más jugar al fútbol o las herramientas en el laboratorio de tecnología se la llame marimacho, se la insulte. 

Algo tan cotidiano como el lenguaje puede convertirse en algo diferenciador, Isabel asegura que el lenguaje es sexista. Existe un genérico masculino que incluye a las mujeres. Aboga por utilizar el “niños y niñas”; “mujeres y hombres”; utilizando el neutro en todo caso (seres humanos, personas…), descartando por supuesto esa idea de que el masculino genérico incluye el femenino.

Durante un año fue docente en un curso de Monitor sociocultural en el municipio de Mairena del Alcor, de un total de doce, diez eran alumnas y dos alumnos. Empecé a hablar en femenino, uno de los alumnos se quejó y yo le planteé que siendo tanta mayoría las chicas me sentía más cómodo utilizando el femenino. Isabel me planteó situaciones similares en sus centros. Iba más allá, planteaba que cuando las chicas se acostumbran a ser tratadas en femenino y sin querer se le escapaba algún masculino genérico, muchas decían “eh, eh.. ¿y nosotras?”

La coeducación debe ser un aspecto transversal, teniendo en cuenta en cada una de las asignaturas, por ejemplo, citando a esas invisibles mujeres olvidadas, tanto de la Ciencia, Tecnología, Literatura o Historia, volviéndolas visibles. 

Planes de convivencia, de igualdad, coeducación… son necesarios en nuestros centros, pero quizá se hace más acuciante un cambio en el día a día, en nuestra forma de mirar a un niño o a una niña, con la misma intensidad en aspectos fundamentales como ser fuerte ante los retos que nos plantea la vida. Deseando estoy de llegar mañana a casa y poder leer con mi hija una de las historias de esas chicas rebeldes y con mi hijo también, por cierto.

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